Solo uno de cada cinco niños con autismo es diagnosticado antes de los 3 años. Como consecuencia, decenas de miles de niños al año en Estados Unidos no se benefician de intervenciones y ayudas tempranas que podrían optimizar los resultados de su vida. Uno de los principales obstáculos es el acceso extremadamente limitado a diagnósticos de alta calidad. Para hacer frente a este reto, los procedimientos objetivos basados en biomarcadores para el diagnóstico precoz y la evaluación del autismo ya han sido validados clínicamente y autorizados para su amplia aplicación por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos. Sin embargo, la adopción generalizada de estas soluciones científicas por parte de la comunidad exigirá un cambio en los modelos arraigados de atención diagnóstica y una priorización agresiva de las necesidades de la comunidad en general.
La inclusión de adultos con discapacidad intelectual (DI) en la investigación de medicina...